Sinuosas apetencias


Que algunos hombres del general Serafín Sánchez desfogaran entre ellos la prolongada ausencia de femeniles roces. Que el brutal espejismo de la muerte harapienta fuera la única compañía real del campamento en dilatados ciclos de días y noches sin sosiego. Que el ardor del estómago/ la extremidad ausente y la purulenta llaga no encontraran bálsamo ni remedio más próximo que la ávida mano del patriota desgarrando el taparrabos a la altura del muslo/ pieza casi transparente por riachos y lagunas sesgadas en las escaramuzas del reciente infierno. Que ni la admonición y el subsiguiente laudo punitivo acarrearan estupor al relámpago de trenzados cuerpos/ no es síntoma de depauperaciones o desvíos del escuadrón faccioso que merecieran el desdoro público/ sino la quiebra de un precepto enarbolado para velar crudezas. Que los hombres del general Serafín Sánchez develaran aprensiones recónditas no son las burdas anomalías de un tránsito sino certezas mínimas / entre estertores de abandono y pólvora/ de aliviar apetitos en el furtivo vaivén de la piel cómplice.