Ingredientes para una cubanidad degustable: el sándwich cubano y su receta tampeña

Quién diría que el deliciosísimo sándwich cubano, humilde pero delicioso manjar producto de la inmigración y transculturación, serviría como aprovechable (y degustable) metáfora para examinar la historia e identidad cubanotampeña.

De que Cuba sirvió de raíz para el establecimiento de una de las colonias cubanas más importantes en la historia de la emigración no cabe duda, ya que el fin de la Guerra de los Diez Años con el Pacto del Zanjón provocó una emigración masiva de cubanos y fábricas tabaqueras a Cayo Hueso, territorio floridano y estadounidense. A su vez, otras condiciones, entre ellas naturales, financieras y sindicales, además de un gran incendio, provocaron una movida en masa a Tampa, donde el amplio espacio y el ferrocarril, entre otras comodidades, proveyeron las condiciones necesarias para que en pocas décadas la colonia latina en tierra ajena se convirtiera en la capital mundial de la producción del puro habanero. Así de intricados son los eslabones que unen a Cuba y Tampa, y así también los ingredientes del sándwich cubano, que mejor que cualquier libro de historia, demuestran la complejidad de la identidad tampeña, con su indeleble impronta cubana.

Ya que la comida es una parte tan importante de la cultura, no es de sorprender que una de las maneras más ilustrativas de apreciar cómo la cultura de los cubanos y sus vecinos en Tampa se mezcló es, pacientemente degustar y a la vez examinar todos sus ingredientes, según la receta tampeña original. Cuba, sin duda, inspiró la creación de esta delicia culinaria, pero la versión que veremos más adelante fielmente representa el gran experimento social que devino en la identidad cubanotampeña porque entre sus dos rebanadas de su planchadito y crujiente pan cubano, se encuentran las diversas capas demográficas indicativas de la naturaleza multicultural de dicha identidad.

En Tampa, los componentes originales de dicho emparedado incluían pan cubano, jamón, queso, mortadela o salami, pepinos y, el más importante de todos, lechón asado. Todos los ingredientes representan los más significativos elementos étnicos que formaron la comunidad latina en Tampa a finales del siglo diecinueve. El pan cubano típico era de manteca y se producía por innumerables panaderías en Ybor City, West Tampa y otros barrios latinos; el jamón ahumado estilo Virginia sitúa a nuestro sándwich en el sur estadounidense, donde ese tipo de jamón es un alimento básico; el queso suizo y los pepinos reflejan la presencia de alemanes o rumanos, que sí habían en Tampa, y se ocupaban del arte tan exquisito de las etiquetas y cajas de los tabacos, y de mercadería; la mortadela o el salami hacen constar de la importante presencia siciliana e italiana en la colonia; y el lechón asado es un recuerdo irreemplazable de muchísimas cenas festivas en Cuba o España.

Hoy día en Tampa, el potaje de garbanzos que ahí llaman ‘Spanish bean soup’ y los espaguetis con jaiba o “spaghetti and crab” de los italianos remontan a la presencia española y siciliana de antaño. Pero el famoso sándwich, conocido antes como el sándwich mixto y ahora como sándwich cubano, todavía se sirve en crujiente pan cubano, actualmente producido en numerosas panaderías, pero ninguna como La Segunda Central en Ybor City, fundada en 1915, donde se producen 20.000 flauta de pan por día. Nadie pide un sándwich español o italiano, sino un sándwich cubano, que mejor que cualquier otra cosa, representa la identidad tampeña, sus distintas capas, fungiendo como deliciosa evidencia forense de la identidad y el sabor transculturados del tampeño, con sus imborrables e innegables raíces en la historia de Cuba y los cubanos.