Como uno más entre la multitud
Si ser el otro aun irrita los ojos del que pasa y no ve tras la
sombra algún innegable olvido,
la lumbre o el cigarro intercambiado entre el panadero y yo,
perplejizaría una y otra vez
continuando con el absurdo de aplaudir a quienes manifiestan
esa luz y la comparten, sin ostentar título de propiedad alguno.
Si ser el otro, como un recorrido de la imaginación que levanta
ciudades entre las manos de los dioses,
no deja ese sabor versátil, de juego y pasiones,
es la certeza de hallarnos todavía en el hoyo
de nuestros días de ceguera,
de que, mientras se remonta el avión, el estruendo y la ruptura
espacial se adueñan del espectáculo,
precisamente en esa parte en donde somos soñados o nos
estamos soñando a nosotros mismos,
sin saberlo,
como uno más entre la multitud