Fábula sumaria
Una mujer que negocia brillos y artificios
que se dice equilibrada
que me sabe irresponsable
melindrosamente redunda en titubeos
conduce simulacros
emigra de mis fotos
y no le basta
demanda que armonice un cubo Rubick
Esa mujer
la que me oculta de sus signos
en días nones
suplica evaporice
después
toda desmemoriada me condensa
reclama de mí un beso
otro
una botella de cerveza ámbar
y conforme a su mímica notable
me habla sobre la insólita “textura”
de su último potaje de lentejas
mi boca entretanto al arrimo de sus muslos
Esa mujer me induce a la parodia
y me entrego como se rinde un soldado japonés
renuente a la derrota
luego acordamos beber tintos económicos
envueltos en olor a pasta
queso manchego
salmón tieso de China
palos de incienso
y otros aromas lacónicos
y rematamos la tarde desde una ventana
que nos ofrece risas y una noche de viernes
viciosamente desnudos
Lástima nos arrope la perplejidad
en su manojo de pausas
quedando irresuelto el espasmo sucesivo
Esa mujer
que vive en la lucera del presente
no concibe
que si tan solo evitáramos la tardanza cómplice
de su gerundio
permita de una vez se relaje su síndrome húngaro
quizás sea oportuna la madrugada de un sábado
para amarnos sin permiso a caracoles, collares, tableros
y será lo sensato lo que menos importe