Pablo Socorro

¿POR QUÉ PROTESTAMOS LOS CUBANOS?

Un amigo de un periódico sudamericano me pide resuma en dos párrafos cuáles son las causas de las manifestaciones contra el régimen cubano. Quise responderle que necesitaría un libro para explicar el descontento popular, pero me atuve a su pedido y esta es la respuesta:

La gente en Cuba se hartó de los apagones, de la falta de agua potable, de transporte, de viviendas dignas, de vivir hacinados en edificios a punto de caerse, de las largas filas para conseguir comida, de sus niños con hambre, de la falta de medicamentos, de los hospitales inhóspitos y sin recursos, de la incapacidad del gobierno para enfrentar la pandemia del Covid-19, de que sus hijas tengan que salir a jinetear para poner un plato de comida en la mesa, de los decomisos de alimentos a los vendedores privados, del privilegio de los extranjeros en los hoteles y restaurantes, de trabajar por un salario miserable en una moneda sin valor alguno, de muñequitos rusos y bicicletas chinas, de la prohibición de no poder comer lo que se pesca, cría o cultiva si no es con permiso del Estado, de no poder decir lo que se piensa, de 62 años llenos de mentiras y promesas sin cumplir, de echarle la culpa de todo a un bloqueo y a los yanques, de que los dirigentes tengan cada día la panza más redonda y pidan sacrificios, de esos hijos de dirigentes que vacacionan en el extranjero, de enviar a nuestros hijos y padres a morir en guerras en países lejanos, de vivir pendientes de la asistencia de gobiernos dictatoriales como China y Rusia y corruptos como Venezuela, de la imposición de un solo partido y una sola ideología, de la continuidad de un gobierno corrupto, asesino e ineficaz, de un tirano con el mismo apellido y diferentes nombres. El pueblo cubano está harto de no tener Patria ni país.

Pero espera, que los que vivimos fuera de Cuba también estamos hartos. Hartos de impotencia al ver que el mundo es indiferente al sufrimiento de un pueblo reprimido, de restricciones para regresar a nuestra Patria, de pagar demasiado por un pasaporte cubano que apenas sirve para visitar unos pocos países en el mundo, de que la dictadura nos tilde de traidores por haber escogido otros caminos, de que nos prohíban viajar a nuestra isla si nos portamos mal, que es lo mismo que callar y bajar la cabeza ante el tirano, de las represalias contra nuestras familias en la isla si denunciamos al régimen en las redes sociales, de que nos decomisen lo que llevamos a los nuestros, de pagar abusivas tarifas aduanales, de que la dictadura nos impida reunirnos con nuestros hijos, padres y hermanos como castigo por haber escapado de la miseria y el horror, de tener que estar poniendo recargas a nuestra gente para comunicarnos y pagar el minuto cinco veces su valor, de enviar remesas para que los nuestros sobrevivan y de que el régimen las grave escandalosamente disminuyendo el monto, de que la dictadura viva a costa del fruto de nuestro trabajo. Hastiados de esos espías sin cara que nos vigilan para saber lo que hablamos sobre sus amos, de esos hijitos de papá que viven en un cómodo exilio, muchos de ellos con negocios millonarios. Estamos cansados de vivir condenados a no poder regresar a nuestra tierra, de ser enterrados en cementerios ajenos, de no poder ver nunca más las palmas de nuestra isla ni escuchar el canto del sinsonte en la floresta, de saber que nunca más nos sentaremos en el muro dell malecón ni pisaremos las calles bulliciosas de nuestra infancia y juventud. Estamos hartos de ser extranjeros, de lidiar con idiomas extraños, de adoptar costumbres y tradiciones ajenas para insertarnos en otras sociedades. Cierto que tenemos comida y libertad, y que tenemos un país, pero no tenemos Patria.

Hasta aquí los dos párrafos. Usted si quiere puede agregar más.

© Pablo de Jesús

Florida, julio 2021