Alberto Sicilia


Julio/12/2021

I

Ayer, muy temprano, cuando viajaba a Cape Coral, se comenzaron a ver las primeras escenas de San Antonio de los Baños. Una representación numerosa del pueblo se había cansado de padecer. Las causas del estallido social, que se replicó en todas las provincias de Cuba, son de sobra conocidas por la opinión internacional. Un descuido sistemático de la administración económica, un obstinado cierre al diálogo entre cubanos y una represión constante a toda forma de pensamiento independiente. Años de insultar la inteligencia colectiva y cebar el oportunismo para acceder a los privilegios de la "clase dirigente". Mientras, la población padecía el adoctrinamiento y la miseria. Ahora mismo la situación en Cuba es insostenible y el peligro de que ocurra un derramamiento de sangre, dentro de un silencio virtual, toma forma en el horizonte. No voy a firmar nada que constituya un riesgo para la población cubana. Este no es el momento de poner ante fuegos cruzados a nuestros hermanos. Las condiciones sanitarias, la escasez de medicamentos y los azotes de la falta de energía eléctrica requieren de una urgencia humanitaria. Esto no puede usarse de pretexto para que el gobierno cubano envié a sus hijos a una guerra desigual, mientras ellos abandonan el país. El pronunciamiento deplorable de Miguel Díaz Canel, pone en evidencia su incapacidad para dirigir. Su oportunidad de unir voluntades pasó en pocos minutos y ya ha dejado su rastro de sangre. El pueblo de Cuba ya se cansó de escuchar mentiras. Los hombres y mujeres que trabajan en las esferas del gobierno, la dirección de la economía, la seguridad ciudadana y el ejército saben que están presionados por las circunstancias, saben también que todos somos hermanos. Deben saber también que ellos son pilares fundamentales en la reconstrucción de la nación. Olvidemos las consignas huecas, las ansias de poder de uno y otro lado, el odio que solo genera violencia y desinformación. Es hora de la unión de todos y organizar a un país que agoniza. Los levantamientos fueron espontáneos y los líderes naturales deben estar en una representación ante la nación. La opinión de las organizaciones disidentes, tanto dentro como fuera, deben tener un papel primordial en el diálogo, así como el criterio de los ciudadanos que aún apuestan por una revolución autodestruida y traicionada. El gobierno de los Estados Unidos no va a resolver los problemas de Cuba. Los cubanos diseminados por el mundo podemos ayudar de manera correcta y estoy seguro que brindarán todos sus recursos y experiencia. Creo que tenemos el deber de compartir cada levantamiento en cada rincón de la isla, de igual manera denunciar la represión y llevar un registro de los hombres y mujeres detenidos, también de los miserables que se prestan para abusar de la fuerza. Las acciones siguientes estarán dirigidas a exigir la dimisión de todo el gabinete gubernamental de la isla e iniciar de inmediato las conversaciones para elegir un consejo de transición.

II


Julio/14

Otra jugada astuta usando los puntos flacos de sus enemigos. Sus enemigos son el pueblo cubano dentro y fuera de la isla. Con el apagón virtual hicieron sus actos de repudio personalizados, sus allanamientos de viviendas, sus llamadas de intimidación. Han aprovechado cada video o escrito, cada marcha internacional para exacerbar la mente del cubano y remover las consignas impregnadas en el subconsciente colectivo. Los cubanos del exilio le han jugado la partida, la inmensa mayoría con la inocencia y el calor de la indignación. Nadie se detiene a pensar en la hidra que enfrentan. Sus cabezas salen de los escombros de la isla para cuestionar cada palabra, para medir cada acción que tenía, como dije, la chispa de un video en vivo, la evidencia real de que un pueblo se había cansado y reclamaba sus derechos. Ahora no es el momento de ser masacrados a mansalva por las fuerzas élites de la dictadura. Es el momento de paralizar el sistema y actuar en las sombras. En muchos lugares se demostró que la policía y las tropas boinas rojas entendieron que la orden de mando era errónea, que era una cobardía, que ellos están entrenados y alimentados para proteger a la población. Los jóvenes de las imágenes y videos no son delincuentes, son el fruto de esa sociedad, el hombre nuevo que despertó. Si algunos tienen vicios, conductas reprochables, o escasa educación, la culpa es del sistema y por lo tanto, responsabilidad de todos. Voy a repetir que no pertenezco a ningún partido político, nunca lo hice. No pertenezco a ningún grupo de la disidencia. Soy la disidencia. La disidencia de todo lo abominable que pretende ahogar la voluntad de un pueblo, y para hacerlo, usa la más vil de las astucias, dividir familias, dividir amigos, mutilar el pensamiento e intimidar con el abuso de la fuerza.


III

Julio/16

La política norteamericana no debe traerse al debate sobre Cuba...Insisto en denunciar que nos quieren divididos. Los expertos en política internacional podrán explicar los tratados entre Rusia y los Estados Unidos. El debate entre partidarios republicanos y demócratas en las pasadas elecciones no debe usarse en nuestra denuncia a la represión en la isla. Cada discusión entre cubanos en las redes sociales va a servir de soporte a la policía política en Cuba. Los mensajes de odio y miedo también obstruyen la organización de iniciativas para resolver nuestras urgencias. Es urgente denunciar los abusos, proteger la identidad de los manifestantes, denunciar las detenciones arbitrarias, convocar a las personalidades del mundo con un mensaje claro y contundente, sin retórica incomprensible y apasionamiento dañino. El aparato ideológico del comunismo se alimenta de nuestros errores y los convierte en su carta de triunfo. Han cuidado los detalles de la represión con uniformes de gala que ayudan a confundir las imágenes de denuncia. Sobre los hechos de vandalismo, que satanizan sus comunicados, debe caer la sospecha de acciones premeditadas para castigar con rigor y ejemplaridad. No se debe creer nada de lo que difunden por los medios nacionales. Estar unidos y organizados es esencial para poner fin a la violencia y llevar a nuestro pueblo el bienestar social. Entre todos podemos construir una sociedad nueva, que aproveche las ganancias (ya perdidas) de equidad y garantice una vida plena para todos. Los modelos económicos y sociales no pueden aplicarse a capricho y conveniencia de una élite de poder. Construyamos juntos nuestro modelo.